CAPÍTULO 9. ES UNA SORPRESA
-¿Qué quieres, Óscar? – me siento sobre la cama -
-Pedirte perdón, sé que me he pasado esta tarde, que no debí hablarte así.
-¿Cuántas veces me has dicho ya esto? No una, ni dos. Van muchas ya… y siempre lo mismo. Me estoy cansando.
-Anna, lo siento, de verdad… anda, perdóname… -noto como se sienta a mi lado, y roza mi mano con sus dedos.- por favor…
Y guardo silencio, sabiendo ya que no podré negarme. Porque, aunque sea un cabrón, me gusta demasiado. Noto como acaricia uno de mis mechones rubios, apartándolo de mi cara. Levanto la mirada, y la poso en sus ojos.
-Esto no puede seguir así, Óscar… necesito que confíes un poquito más en mí. Sabes que yo te quiero, y te quiero sólo a ti, pero tienes que controlar tus celos. No podemos estar así a diario como estamos…
-Ya lo sé, rubia… y lo siento. –me gira la cabeza hacia él, atrayéndome hacia sí mismo, mas freno centímetros antes de rozar su rostro.-
-prométemelo –le miro seriamente-
-te lo prometo –sonríe, y me acerca del todo hacia él. Y me besa, sólo como él sabe. Y me besa, haciéndome volar hacia una realidad alternativa, sin problemas, sin discusiones… separo lentamente mis labios de él, y observo sus ojos negros, esos pozos de oscuridad que, tantas noches han ocupado mis sueños.
-¿Te apetece una vuelta en moto? – susurra-
-claro que sí – sonrío, dando un último beso en sus labios. - ¿dónde me vas a llevar?
-es una sorpresa, venga, vamos –nos levantamos, cojo la chaqueta y salimos de casa. Por un momento había olvidado que hoy es San Valentín. Bajamos al portal, y me tiende el casco de la moto. Me lo ajusto a la cabeza, ya tengo la medida cogida. Montamos en la moto y oigo como arranca.
Adoro ir en moto. Siento como la parte baja de mi melena dorada se sacude al viento. Me aferro con fuerza a la espalda de mi novio. ¿Dónde me llevará? Cierro los ojos y escucho el sonido de Barcelona. Motores, ruido, gente, música, se entremezclan, formando ese ambiente especial que caracteriza mi ciudad. Abro los ojos por un momento, y veo que nos introducimos por una de las diagonales del ensanche principal de Barcelona. Apoyo la cabeza en Óscar y vuelvo a cerrar los ojos. Tras unos minutos de relajación, aparca la moto. Abro los ojos, estamos en la puerta del local que comparte con sus amigos. ¿Qué me habrá preparado? La intriga y la emoción me inundan. Bajo de la moto y me quito el casco. Intento atusar mi pelo con mis dedos, colocándolo en su lugar correcto. Agarro su mano con fuerza y comenzamos a caminar hacia la puerta. Subimos las escaleras y abre la puerta del local. Miro dentro, sonriendo ampliamente, y esperando una bonita sorpresa. Mas, lo que veo dentro me deja helada. Él abre del todo la puerta y entra riendo. Todos sus amigos están allí, delante del televisor.
-Venga, tío, que casi no llegas –dice el que está a la derecha de los demás, chocándole la mano-
-Ya, tardé un poco más de lo previsto –suelta mi mano y se sienta en el sofá, en el único hueco libre.- Anna, siéntate por ahí –me dice-
Estoy alucinando. ¿Ésta es la sorpresa que me tenía preparada? Vaya mierda de San Valentín. No tenía pensado celebrarlo, pero, ¿un mínimo detalle por su parte? Mi cabreo crece por momentos. Me doy cuenta de que aun estoy en el umbral de la puerta.
-Óscar, ¿puedes venir un momento?
-¿Ahora? Joder, va a empezar.
-Te he dicho que vengas –le miro, con tal seriedad que se da cuenta de que no debería jugar con fuego. Salgo del local, dejando la puerta abierta para que salga detrás de mí.
Cuando sale, cierro la puerta.
-¿Qué coño es esto, Óscar? ¿Ésta es la sorpresa que tenías preparada?
-Claro –me mira- ¿No te gusta?
-¡Pues no! – exclamo - ¡la idea que tengo de sorpresa de pareja no es pasarme una noche con tus amigos viendo el fútbol!
-Pero rubia, es que juega el Barça…
-¡Me da igual! Como si juega mi hermano, Óscar, no es normal esto.
-Anda, churri, no te mosquees, vemos el partido y te invito a cenar algo ahí abajo
-¿En el burger? Mira, Óscar, que te jodan. Me voy a casa. –me giro, colocándome la chaqueta y me dirijo a la escalera.-
-¿Te vas a ir sola?
-¡Sí! –no me giro a mirarle. Se oyen los gritos de sus amigos, ha debido empezar el partido. Se acerca por detrás a mí.-
-Anda… quédate… -me agarra por la cintura- venga rubia…
-¡Que no! –me suelto y me marcho lentamente bajando la escalera.- Quédate con tus colegas y tu fútbol, que yo paso de ti. –giro la cabeza por última vez, viéndole arriba de la escalera, mirándome salir- ¡y no me llames rubia!
Consigo salir del edificio, sin mirar atrás. Tardaré un buen rato en llegar a casa. La decepción y la desilusión se agolpan en mi mente. Mas, intento no llorar. No merece la pena. Un rato, y dos trenes después, llego a casa. Me meto en la cama sin decir palabra. Ahora recuerdo que no he cenado. Pero me da igual. El cansancio me puede, y caigo dormida.
CAPÍTULO 10. UN PARQUE, UNA PULSERA Y UN VESTIDO AZUL.
-Sí… creo que tienes fiebre… -mi madre toca mi frente, midiendo mi temperatura. Toso.- lo mejor es que te quedes en casa.
El sudor febril moja mi pelo, que me aparto de la cara, echándolo hacia atrás. Se queda de punta, como cuando era un niño. Cierro los ojos, y pienso en volverme a dormir. Me acuerdo de la cita con Noemi. Alcanzo el móvil, que está en la mesilla, y escribo un sms rápido, aplazándolo para mañana. Pienso en Marta, en Withney. Ayer me dejó un poco preocupado. Estaba tan distante conmigo… tendría un mal día, supongo. ¿Y Tammy? Llevo un par de días sin hablar con ella. Es muy simpática. Con la que hablo más a menudo es con Irene. Es maja, pero, me agobia un poco. Y, bueno… Anna… es la última que conocí, pero tengo unas ganas increíbles de hablar con ella. Pensando, cavilando, en todo y en nada, me quedo dormido. Y sueño, como cada día con algo extraño. Sueño con un parque. Sueño con una pulsera. Sueño con un vestido azul. Sueño con ella.
Salgo del instituto, y le veo allí, como cada día, con la moto, esperándome. Intento girarme, evitarle, pero es tarde. Me ha visto y viene hacia mi.
-¡Anna! –me dice-
-Vete, hoy me voy andando. –intento esquivarle-
-Anda, tonta, ven, que te llevo a casa –siento como agarra mi brazo-
-¡Suéltame! –forcejeo- Óscar, no quiero verte hoy.
-Pero, ¿por qué? sólo quiero llevarte a casa.
-Que no me voy contigo a ningún lado, ¿ya no te acuerdas de lo de ayer? Entonces no querías llevarme a casa. Tuve que irme en metro, sola y de noche. Y ahora haces como si no hubiera pasado nada, ¿no?
-Te dije que te quedaras…
-Y yo te dije que no, igual que te lo digo ahora. –intento darme la vuelta y marcharme.
-Joder… Anna, lo siento. Perdóname… anda, vente conmigo y te lo compenso.
-¡Que no! No quiero verte hoy, ¿te lo digo en chino? Vete. Ya hablaremos. –observo a mis amigos en la puerta del instituto, mirándome, y comienzo a caminar hacia ellos.- adiós.
Llego a su altura. Ya les conté el numerito de anoche. Aunque, están acostumbrados. Cada día es igual, bronca tras bronca, sin descanso. Y así van cinco más meses, ya que los dos primeros, fueron un auténtico sueño. Pero, ¿ahora? Ahora, más bien, es una pesadilla. Y me estoy planteando, cada día con más fuerza, si quiero despertarme. Mis amigos consiguen animarme, siempre lo hacen. Son los mejores, de eso no tengo duda. Vamos despidiéndonos según recorremos las calles. Llego a mi casa, al fin, con David, mi mejor amigo. Hoy, después de unos días un poco extraño, parece que todo está como siempre.
-Quedamos a las seis, ¿entonces?-pregunta-
-Claro, a las seis en la biblioteca. –respondo con una sonrisa- ¡y recuerda llevar los esquemas! La filosofía cartesiana no sé por donde cogerla. –veo como sonríe-
-Tranquila, esta tarde la entenderás, ya verás. Me voy, nos vemos a las seis, ¿vale?
-Perfecto. – sonrío y me da un beso en la mejilla.-
Subo a mi casa. Me siento tan cansada… doy un beso a mi madre, y me siento a comer. Termino apresuradamente. ¿Estará Erik? Tengo ganas de verle. ¿Cómo será? No soy capaz de imaginármelo… es como una personalidad atractiva, intrigante, con un rostro sin conocer. Sí. Hoy voy a pedirle una foto.
Llego del instituto y suelto la mochila. No hago caso a las llamadas de mi abuela, y me siento frente al ordenador. Abro el chat y encuentro tres mensajes nuevos. Una chorrada de Irene. Contesto rápidamente, sin prestarle atención. Vuelvo a la bandeja de entrada y veo los otros dos nicks. Erik y Pablo. Pablo… creo que me estoy enamorando. Es atento… es cariñoso… es guapo… me encanta. Estoy deseando que se pueda comprar la cámara web, para poder verle en directo. Leo su mensaje, y contesto ampliamente. Después, vacío el buzón de mensajes, de forma autómata, como hago a menudo. Mi abuela sigue gritando.
-¡Marta! ¿bajas a comer algo?
-¡Voy! –cierro la pantalla del ordenador, y bajo. Después de comer, un cigarro rápido en la terraza, y, a seguir pensando en él… Pablo.
1 comentario:
Cuesta un poco todos los cambios de personaje... pero me he enganchadoo a tope!
Publicar un comentario