
La reacción de mi madre al ver mi nuevo look fue un grito de espanto estilo "Psicosis". La reacción de mi hermana fue algo así como: "Y luego la loca soy yo".
Menos mal que mi padre no estaba.
Cómo no, mi madre y yo volvimos a discutir.
-¡Mamá es mi pelo, y puedo hacer con él lo que quiera!
-¿Pero a tí te parece normal que te tiñas el pelo de naranja? ¿Qué me quieres, matar de un disgusto?
-Pero, ¿qué problema ahí?
-¡Pues que no puedes salir así a la calle! ¿Qué van a pensar de tí?
-Mamá, me da igual lo que piensen de mí, a mí me gusta y con eso basta.
-Ese es el problema, que te gusta todo lo estrafalario. ¿Acaso has visto a alguna chica por aquí que lleve el pelo como lo llevas tú?
-¡Qué me da igual!- necesitaba irme a mi habitación. Subí las escaleras- Por cierto, esta tarde quedé con Enzo para ir a la piscina. ¿Acaso eso tampoco lo hacen las chicas de mi edad?
Tire todos mis bikinis y trikinis sobre la cama y me dispuse a probármelos uno a uno.
El rosa me hacía un culo muy gordo.
El trikini blanco me aplastaba las tetas.
El rojo me estaba guay, solo que la parte de abajo me quedaba a estallar.
El violeta... Sí, el violeta realzaba mi pecho y disimulaba mi trasero. ¡Perfecto!
Metí la toalla, el bronceador, y mi iPod. Me puse mis RayBan Wayfarer rojas y salí del cuarto.
-Mamá me voy. Enzo debe estar esperándome ya.
-Al menos hazte una coleta- me suplicó.
Solté un bufido y salí de la casa.
Golpeé la puerta con los nudillos y Enzo salió a recibirme.
-¿Alma?- dijo sin poder reconocerme.
Me quité las gafas y saludé.
-¡Hola!
-¿Se puede saber que te has hecho en el pelo?- prgeuntó sorprendido.
-¿Acaso no te gusta?
-Sí, es... original.
La piscina de la manzana no estaba mal. Amplias zonas verdes. Dos piscinas: una grande y otra para niños pequeños, un jacuzzi en el interior del edificio y ¡wow! un señor socorrista.
Bajé mis gafas para contemplar mejor ese cuerpazo que tenía y noté como se me caía la baba.
-Venga, no alucines- dijo Enzo- Eso no es natural.
-¿Te he dicho ya que me encanta lo antinatural?
-Te queda muy bien ese bikini- dijo recorriendo mi cuerpo con su mirada.
-Gracias- dije sabiendo donde se había detenido su mirada- Enzo, puedes dejar de mirarme las tetas.
-¿Qué? Oh, yo no,... ¿Pensabas...?
-Venga chaval, no disimules. No pasa nada, eres un tío.
-Este es uno de los pocos días de sol aquí en Virginia.
Enzo. Experto en cambiar de tema.
Mire al cielo.
-No me digas que éste es uno de los lugares en donde se pasa la mayor parte del tiempo lloviendo y haciendo frío.
- No hasta ese extremo pero algo así.
-Genial- me levanté- ¿Te hace un baño?
-Oh, no, ahora no. Quiero tomar el sol.
-Enzo, eso es cosa de tías.
-Ahora no me apetece, ve tú.
-Como quieras. Estaré en el jacuzzi, por si te animas.
Caminé hacia el interior del edificio.
Seguí la sindicaciones en las que ponía "Área de jacuzzi", ya que sin ellas, estaba perdida.
Llegué a la sala. Afortunadamente, no había mucha gente, bueno ha decir verdad, sólo había una persona.
Caminé hacia las taquillas que había para depositar mis objetos personales.
¡Díos mío no podía ser! El chico que se encontraba metido en el jacuzzi no era ni más ni menos que el "roba-besos".
"Es el momento de aclarar las cosas"- me dije.
Caminé decidida hacia el jacuzzi, pero de prontó una chica de mi edad entró, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara y dando grititos de alegría.
Se acercó al jacuzzi y dijo:
-¿Me has echado mucho de menos?
El "roba-besos" se giró y ¡no podía creer lo que veían mis ojos", le clavó un romántico beso en la boca.
Menos mal que mi padre no estaba.
Cómo no, mi madre y yo volvimos a discutir.
-¡Mamá es mi pelo, y puedo hacer con él lo que quiera!
-¿Pero a tí te parece normal que te tiñas el pelo de naranja? ¿Qué me quieres, matar de un disgusto?
-Pero, ¿qué problema ahí?
-¡Pues que no puedes salir así a la calle! ¿Qué van a pensar de tí?
-Mamá, me da igual lo que piensen de mí, a mí me gusta y con eso basta.
-Ese es el problema, que te gusta todo lo estrafalario. ¿Acaso has visto a alguna chica por aquí que lleve el pelo como lo llevas tú?
-¡Qué me da igual!- necesitaba irme a mi habitación. Subí las escaleras- Por cierto, esta tarde quedé con Enzo para ir a la piscina. ¿Acaso eso tampoco lo hacen las chicas de mi edad?
Tire todos mis bikinis y trikinis sobre la cama y me dispuse a probármelos uno a uno.
El rosa me hacía un culo muy gordo.
El trikini blanco me aplastaba las tetas.
El rojo me estaba guay, solo que la parte de abajo me quedaba a estallar.
El violeta... Sí, el violeta realzaba mi pecho y disimulaba mi trasero. ¡Perfecto!
Metí la toalla, el bronceador, y mi iPod. Me puse mis RayBan Wayfarer rojas y salí del cuarto.
-Mamá me voy. Enzo debe estar esperándome ya.
-Al menos hazte una coleta- me suplicó.
Solté un bufido y salí de la casa.
Golpeé la puerta con los nudillos y Enzo salió a recibirme.
-¿Alma?- dijo sin poder reconocerme.
Me quité las gafas y saludé.
-¡Hola!
-¿Se puede saber que te has hecho en el pelo?- prgeuntó sorprendido.
-¿Acaso no te gusta?
-Sí, es... original.
La piscina de la manzana no estaba mal. Amplias zonas verdes. Dos piscinas: una grande y otra para niños pequeños, un jacuzzi en el interior del edificio y ¡wow! un señor socorrista.
Bajé mis gafas para contemplar mejor ese cuerpazo que tenía y noté como se me caía la baba.
-Venga, no alucines- dijo Enzo- Eso no es natural.
-¿Te he dicho ya que me encanta lo antinatural?
-Te queda muy bien ese bikini- dijo recorriendo mi cuerpo con su mirada.
-Gracias- dije sabiendo donde se había detenido su mirada- Enzo, puedes dejar de mirarme las tetas.
-¿Qué? Oh, yo no,... ¿Pensabas...?
-Venga chaval, no disimules. No pasa nada, eres un tío.
-Este es uno de los pocos días de sol aquí en Virginia.
Enzo. Experto en cambiar de tema.
Mire al cielo.
-No me digas que éste es uno de los lugares en donde se pasa la mayor parte del tiempo lloviendo y haciendo frío.
- No hasta ese extremo pero algo así.
-Genial- me levanté- ¿Te hace un baño?
-Oh, no, ahora no. Quiero tomar el sol.
-Enzo, eso es cosa de tías.
-Ahora no me apetece, ve tú.
-Como quieras. Estaré en el jacuzzi, por si te animas.
Caminé hacia el interior del edificio.
Seguí la sindicaciones en las que ponía "Área de jacuzzi", ya que sin ellas, estaba perdida.
Llegué a la sala. Afortunadamente, no había mucha gente, bueno ha decir verdad, sólo había una persona.
Caminé hacia las taquillas que había para depositar mis objetos personales.
¡Díos mío no podía ser! El chico que se encontraba metido en el jacuzzi no era ni más ni menos que el "roba-besos".
"Es el momento de aclarar las cosas"- me dije.
Caminé decidida hacia el jacuzzi, pero de prontó una chica de mi edad entró, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara y dando grititos de alegría.
Se acercó al jacuzzi y dijo:
-¿Me has echado mucho de menos?
El "roba-besos" se giró y ¡no podía creer lo que veían mis ojos", le clavó un romántico beso en la boca.
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