Lo que más echo en falta es mi ingenuidad. Mi inseguridad me hacía segura, y mi inexperiencia me hacía disfrutar. Ahora sólo quedan recuerdos de esas experiencias, sólo quedan suspiros de todo aquello que se perdió. Realmente echo en falta esos días, no porque no supiera cómo es mi alrededor, sino, más bien, porque no le tenía miedo.
Basta de criticar lo que no tenemos, basta de añorar lo que nunca tuvimos, y basta de odiar lo que nunca sentimos, para ser completamente amantes de una realidad que no estamos viviendo. A esa realidad es la que aspiro si tengo paciencia, esa realidad es la que abarrota mis sueños. Me da igual desear algo que no está a mi alcance, no existo si me conformo con esto, me inundo, me pierdo...Encerrada en una jaula, busco ayuda, gritando tu nombre en silencio. Tú no me oyes, nunca lo has hecho. Tu mentalidad no te deja ver más allá de tus ojos, tu mundo. Ansío la libertad, la respiro, mas no la puedo tocar. Ya no sé a que sabe, no recuerdo aquellos tiempos, estoy cansada de intentar volar, pues, me elevo, pero los barrotes siempre me devuelven a la curda realidad. No puedo hacer nada. Sólo queda esperar.
¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil respirar? En este mundo que nos ahoga con mentiras imposibles, atando nuestras alas, marchitando nuestras ilusiones. Porque aquí, el valiente no siempre es el que gana. Ya murieron las historias, los cuentos de princesas, dragones y reinos, en los que siempre había un final feliz. Desengáñate, ésto es la vida, y aquí no valen lo sientos, ni pedir perdón. Ojalá pudiera volver, regresar al pasado y ser feliz como antaño. Esa época en la que nada te hacía sentir mal. Ojalá pudiera cambiar las cosas. Pero no, la vida es demasiado cruel para vivirla dos veces.
Hoy estoy así de melancólica/depresiva/filosófica... aquí os lo dejo...
Nos leemos pronto! Un beso plebezuelos!
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