Mientras escribo estas líneas, observo desde la ventana de mi cuarto, un cádaver, tendido en la carretera, y tapado...
Seguramente estaréis flipando. Pues bien, retrocedamos un par de horas....
Amanecía para mí un nuevo lunes, libre de exámenes y de estrés, con los gritos de mi madre, alertándonos de que un vecino, de sobra conocido en la calle, se estaba "muriendo". Este vecino, padece un cáncer y desde hace días que se encuentra mal.
Mi hermana y yo saltamos de la cama y nos dirigimos hasta la terraza, donde estaríamos horas y horas.
Por lo visto, había salido a dar un paseo en la silla de ruedas con su mujer y su hijo, pero había empezado a encontrarse mal y a vomitar sangre. Total, un espectáculo que se iría acrecentando conforme pasaban los minutos.
Los vecinos ya en la calle, llamaban como locos a las ambulancias, pues sabedores del estado de salud del hombre, temían por su vida.
La tensión iba aumentando, también en mi casa, al intentar hablar con un hospital.
El hijo del hombre, impaciente y temeroso, daba gritos, enfurecido, hasta que un arrebato de rabia, arremetió un puñetazo contra el cristal de su coche.
Y ahí fue cuando me quedé sin habla. Minutos después, la primera ambulancia llegó. Y digo primera porque después de esa, llegarían otras tres, bajo los abucheos de los vecinos que se quejaban de la lentitud.
Mi padre ya en la calle, intentaba calmar al hijo del hombre, quien, al ver a los médicos llegar se dispuso a emprenderla a golpes con ellos. Por suerte, mi padre cual gorila de discoteca, supo frenarlo.
En la terraza, mi hermana y yo, como buhos, espectantes por cada movimiento, cada cosa que se cocía en la calle, ya un hervidero de gente, de policias, de médicos y de luces.
Y entonces, los médicos lo cogieron y le vimos. Amarillo, sin pelo, una imagen totalmente diferente a como yo recordaba a aquel hombre, tan lleno de alegría siempre.
Lo tumbaron en medio de la calle, cerca de los cubos de basura en donde cada tarde yo tiro la basura, y ahí empezaron las sesiones de reanimación. Todo el mundo pendiente de él y de su familia, que miraba impotente como su vida se desvanecía ante ellos.
Minutos después, otra ambulancia llegó y de ella sacaron como una lona, que sirvió para hacer una tienda de campaña improvisada, en donde lo ocultaron de la mirada de mirones y demás. pero no había nada que hacer:
Su hija llegó, y pasada una media hora les comunicaban la noticias. Llantos, caras tristes, silencio... Y yo, sin saber qué hacer, perplejo. Acababa de ver morir a una persona, ante mis ojos, desde mi terraza. había muerto en su calle, a pocos metros de su casa, sobre la carretera.
LA gente comenzó a marcharse y las ambulancias también. Cuando quitaron la tienda de campaña, lo vimos, cubierto por el plástico ese dorado que siempre ponen a los muertos y que tan mal rollo da.
Y ahí ha estado, casi él solo, ahí tumbado.
Hace nada, el forense ha venido y ahora mismo, toda la zona se encuentra acordonada. Esto parece una película. Le ha observado y al levantar el plástico hemos visto el brazo, inerte.. Y un escalofrío me ha recorrido el cuerpo. Y los hijos, impotentes, pues a la muerte, se les añade el que está ahí tirado, bajo la mirada de todos los vecinos. ¿Por qué habrán quitado el hospital de campaña tan pronto?
Y ahí está, aún, entre dos coches de policías, esperando a que el furgón funerario llegue. Y a cada ruido que oímos, mi madre y yo, cruzamos la casa corriendo, dirección a la terraza.
Ahora mismo acaban de venir otros forenses muy trajeados. uno de ellos, una mujer a descubierto el cuerpo y lo hemos visto. Es tan raro describir como te sientes... Es como si estuviese dormido... Estamos a la espera de que venga el furgón funerario a levantar el cuerpo. Y sigo viendo de muy mal gusto que hayan quitado el hospital de campaña y el cuerpo esté ahí a la vista de todos. ¡Muy mal!
Y todo esto que os estoy contando es en riguroso directo. Acaba de llegar el furgón policial. Lo han levantado y lo han puesto dentro de una bolsa para cadáveres, en una camilla.
La familia ha roto a llorar y se lo han llevado. después de eso han venido los servicios de limpieza a limpiar la sangre y ya, todo ha vuelto a la normalidad.
¿Quién le iba a decir a ese hombre que moriría allí, cerca de los cubos en donde tantas y tantas veces tiró la basura?
Una vida que se apaga, y que ha dejado una huella en todo el mundo. Pues a sido una muerte pública, de la que todo el mundo ha sido testigo.
Sin duda, una historia más que se queda en la calle. Una de tantas y tantas anécdotas... Pero sin duda, apuesto lo que sea a que la mayoría de la gente, de los vecinos de esta calle, miraran con miedo a esa zona de la calle y al verlo, lo recordarán y recordarán ese día.
LA gente comenzó a marcharse y las ambulancias también. Cuando quitaron la tienda de campaña, lo vimos, cubierto por el plástico ese dorado que siempre ponen a los muertos y que tan mal rollo da.
Y ahí ha estado, casi él solo, ahí tumbado.
Hace nada, el forense ha venido y ahora mismo, toda la zona se encuentra acordonada. Esto parece una película. Le ha observado y al levantar el plástico hemos visto el brazo, inerte.. Y un escalofrío me ha recorrido el cuerpo. Y los hijos, impotentes, pues a la muerte, se les añade el que está ahí tirado, bajo la mirada de todos los vecinos. ¿Por qué habrán quitado el hospital de campaña tan pronto?
Y ahí está, aún, entre dos coches de policías, esperando a que el furgón funerario llegue. Y a cada ruido que oímos, mi madre y yo, cruzamos la casa corriendo, dirección a la terraza.
Ahora mismo acaban de venir otros forenses muy trajeados. uno de ellos, una mujer a descubierto el cuerpo y lo hemos visto. Es tan raro describir como te sientes... Es como si estuviese dormido... Estamos a la espera de que venga el furgón funerario a levantar el cuerpo. Y sigo viendo de muy mal gusto que hayan quitado el hospital de campaña y el cuerpo esté ahí a la vista de todos. ¡Muy mal!
Y todo esto que os estoy contando es en riguroso directo. Acaba de llegar el furgón policial. Lo han levantado y lo han puesto dentro de una bolsa para cadáveres, en una camilla.
La familia ha roto a llorar y se lo han llevado. después de eso han venido los servicios de limpieza a limpiar la sangre y ya, todo ha vuelto a la normalidad.
¿Quién le iba a decir a ese hombre que moriría allí, cerca de los cubos en donde tantas y tantas veces tiró la basura?
Una vida que se apaga, y que ha dejado una huella en todo el mundo. Pues a sido una muerte pública, de la que todo el mundo ha sido testigo.
Sin duda, una historia más que se queda en la calle. Una de tantas y tantas anécdotas... Pero sin duda, apuesto lo que sea a que la mayoría de la gente, de los vecinos de esta calle, miraran con miedo a esa zona de la calle y al verlo, lo recordarán y recordarán ese día.
Como veis, bloggeros, nunca se sabe con lo que te vas a encontrar ni cuándo ni en qué lugar, va a llegar tu hora.
Hasta que volvamos a vernos, besitos de parte de: el príncipe cotillo D.E.P
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